lunes, 16 de abril de 2012

Ser cristiano no significa "vivir de lindas palabras" que inspiran

Para el cristiano Dios es una persona con Quien el hombre está en relación, y no «algo que se puede usar, un mago a nuestro servicio, o una fuerza para ser más poderosos».
Para el cristianismo, Jesús es el único Salvador del hombre. No es un sabio o un iniciado más, o un Cristo impersonal, ni un avatar, ni un ser humano... elevado.
La salvación no es un logro personal. Nadie "se compra" el cielo con sus buenas obras, ni es auto-realización, auto-redención, auto-complacencia. Eso es vanidad humana y no tiene nada que ver con la salvación. Para los cristianos la salvación depende de la aceptación del sacrificio de Jesús mediante el arrepentimiento, de la fe en la pasión, muerte y resurrección de Cristo, y de una relación personal directa con Dios. Las buenas obras son consecuencia de la fe, de vivir en imitación de Cristo.
El cristiano no cree en la reencarnación. Cree en la resurrección, prometida y demostrada por Jesús. Su felicidad, su plenitud, su vida eterna dependen de la fe en esa Resurrección, y no de una técnica cualquiera.
La verdad no depende del bienestar personal ni de los propios sentimientos o experiencias.
La doctrina cristiana presenta a Jesucristo como el Camino, la Verdad, y la Vida. Y orar es presentarse ante Él, solamente ante Él como Camino, como Verdad, como Vida. Hablarle desde el corazón y poner en Sus manos nuestra pobre humanidad, dándole gracias y alabándole por sobre todo otro nombre.
Las técnicas de meditación que hoy están de moda no son oración. Porque la oración es dependencia exclusiva de Dios, en el nombre de Jesús, su Hijo, en una actitud de humildad, reconociendo que aunque no merecemos Su gracia, Él nos la da y nos extiende Su perdón cuando nos arrepentimos.


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